ROMERÍAS

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El baile o la romería se celebraba los domingos y las tardes de los días festivos. Los domingos hasta el toque del Ave María, abemariak, que tenía lugar hacia las ocho o nueve de la noche, y hasta medianoche en las fiestas patronales. El baile era el punto de encuentro de los jóvenes, donde tenían la oportunidad de conocer a gente nueva y reencontrarse con los amigos.

El baile, jolasa, se hacía principalmente en la plaza del pueblo, pero también se celebraba en el frontón, en el prado, o, cuando se trataba de fiestas concretas, en los alrededores de algunas ermitas. A comienzos de siglo los bailes más populares eran la biribilketa, jota o fandango y el arin-arina o porrusalda. Además de bailar a lo suelto, también bailaban a lo agarrado, dantza lotua o baltseoa. Primero salían a bailar las mujeres y luego lo hacían con los hombres. Siempre bailaban al compás de txistu y tamboril, de la trikitixa y el pandero o de otros instrumentos musicales.

La jota y el arin-arina se bailaban en pareja o en corro. Muchas veces los músicos acompañaban con letra las piezas que interpretaban, y la gente también cantaba ya que generalmente conocían las coplas de memoria.

En la tradición vasca, la copla ha sido uno de los géneros primordiales de la literatura popular (en canciones de cuestación, de ronda, de cuna…). Pero las coplas que se utilizan en las romerías tienen diferencias reseñables en cuanto a la forma, al tema que tratan y a otros aspectos. Las estrofas se componen conforme a una melodía y en función del tipo de baile que sea (así se utilizan repeticiones de frases y palabras, exclamaciones y elementos deícticos, etc.). Los temas, así mismo, estaban vinculados al ambiente alegre del baile: la relación entre chicos y chicas, personajes graciosos, obscenidades y, muchas veces, incluso menciones escatológicas. El cantante, además, componía generalmente un conjunto de coplas (siguiendo un hilo conductor y haciendo mención a elementos cercanos al mismo, etc.). La mayoría de las veces comenzaba con un saludo a modo de introducción: “Hastera noa, hastera” (Voy a comenzar), y al final cantaba la despedida en cada una de las piezas: “Hau dala bai bukaera, bukaera tristea” (Este es el final, el triste final).