El objetivo de la presente colección Urte-sasoiak es dar a conocer el compendio de aquellas costumbres relacionadas con el ciclo anual tradicional vasco desde tiempo inmemorial hasta nuestros días.
La cuarta entrega de esta colección corresponde al otoño. Esta estación, al contrario de las demás, no gira en torno a festividades señaladas. El invierno o ciclo de la Navidad está delimitado -comienza el día de Nochebuena y termina el día de Reyes- y su eje central es el solsticio; muchas de las celebraciones veraniegas se centran en la festividad de San Juan; y a finales del invierno y en primavera también contamos con tradiciones populares y expresiones folclóricas establecidas en fechas determinadas (Santa Águeda, Carnaval, etc.).
Sin embargo en otoño, al menos en el calendario popular que ha llegado hasta hoy día, no disponemos de celebraciones tan específicas que determinen el comienzo y el final de la estación. Aún así, algunos expertos confirman la existencia de vestigios de un ciclo preinvernal respetado antiguamente y que paulatinamente se ha desvanecido. A modo de un paño aún no terminado de confeccionar, encontramos aquí y allí acontecimientos y fiestas de carácter popular o religioso pero sin llegar a estar consolidados alrededor de un núcleo como ocurre en las demás estaciones.
Durante el otoño las tareas ligadas a los caseríos y el pastoreo adquieren especial relevancia. En los caseríos es la época de la cosecha, el tiempo de la recolección de lo sembrado durante el año; de hecho, el rendimiento de los cultivos era de gran importancia en el mundo tradicional (cereales, lino, maíz, uva, manzanas…). Además, conlleva nuevas labores y preocupaciones (el tratamiento del trigo y del maíz desde la recogida de las espigas y mazorcas hasta la obtención de la harina, las tareas y penalidades relacionadas con el lino, la producción de vino o sidra con uvas o manzanas, etc.). Asimismo, algunos animales domésticos viven sus últimos días en esta época antes de ser sacrificados -los cerdos, por ejemplo- y sus carnes serán conservadas en saladeros listas para el consumo. En los desvanes se almacenan manzanas, nueces, castañas, hortalizas… para saciar las necesidades de las familias.
Pero a pesar de esta abundancia nunca faltan quehaceres. En las regiones donde se seguía la forma de vida tradicional, esta época se consideraba el verdadero comienzo del año, ya que aparte de la recolección de la cosecha y la fruta, había que comenzar con los preparativos para la cosecha del año siguiente, como por ejemplo disponer de semillas y acondicionar los semilleros.
En septiembre y octubre hay días que se consideraban festivos en el calendario de cada localidad: la Natividad de Nuestra Señora (8 de septiembre); la Exaltación de la Santa Cruz (el 14); el día de San Miguel, (el 29), etc.
Hay otro periodo de festividades en noviembre: el día de Todos los Santos (1 de noviembre) y el día de las Ánimas (el 2). Son días para recordar a los familiares fallecidos. Además de los ritos funerarios que se celebraban durante el año tanto en la iglesia (estelas funerarias, ofrendas de luz, etc.) como en el cementerio, en estas fechas se practicaban celebraciones especiales en memoria de los difuntos.
Más tarde (11 de noviembre) llega el día de San Martín. La veneración a este santo es una costumbre muy arraigada en la tradición popular y el folclore de nuestra tierra; prueba de ello son los innumerables cantos, relatos y cuentos. Además, este día marcaba el comienzo de la temporada de la matanza, txerribodak.
En adelante, exceptuando fiestas menores (Santa Catalina, San Andrés y otras), las restantes actividades y celebraciones están encaminadas a recibir al ciclo del invierno, que se inicia con la Navidad y finaliza el día de Reyes.
A continuación recogemos el calendario de tareas y costumbres relacionadas con el ciclo otoñal junto con las canciones elegidas para reseñarlas.