Penalidades y fatigas del lino

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pinpi_0020_72En tiempos pasados la producción de lino tuvo gran relevancia tanto en Euskal Herria como en el resto de los países. Hasta comienzos del siglo XX, el lino era junto con la lana, la materia prima con la que se confeccionaban telas, vestidos, etc. Por eso las jóvenes reservaban un trozo de huerta para, poco a poco, preparar su ajuar. El lino era competencia exclusiva de la mujer: plantarlo, cuidarlo y finalmente obtener el hilado, además de hacerse cargo de las restantes labores del hogar.

El proceso de elaboración del lino es largo y penoso; el siguiente refrán lo expresa muy bien: “Linuaren atsekabeak, amaigabeak” (Las penalidades del lino no tienen fin).

El lino se sembraba por septiembre, en terrenos donde antes se había cultivado maíz, trigo o patata. Según algunos, el momento indicado para la siembra era el día de San Lino (23 de septiembre); así al año siguiente estaría listo para la recolección entre los días de San Juan y Santa Marina. El lino se arrancaba a mano desde la raíz, se dejaba secar durante unos días en la huerta y tras atarlo en gavillas se llevaba a casa, al desván.

El siguiente paso era desprender las cápsulas que contienen el grano. Esto se hacía golpeando el lino con un mazo o cardándolo con una carda llamada garrama. Las semillas se guardaban para plantarlas el año siguiente. Después acarreaban el lino a un pozo o riachuelo en carro o en burro y lo dejaban a remojo durante unos diez o quince días, hasta que la piel curara. Los manojos de lino se ataban unos con otros y se les ponían piedras encima para que, como ocurre en la canción que sigue, un torrente de agua no los arrastrase.

Una vez pasada la quincena, los manojos se llevaban a las cercanías de la casa, se desataban y se extendían en la campa para que se secasen y se les pudriera la piel. Después el lino se golpeaba en el portal contra una piedra, linarria, o con un mazo hasta que finalmente la piel y los desperdicios se desprendieran. Este trabajo, linarriketa, era muy duro y lo llevaban a cabo los hombres. Más tarde el lino se majaba, ezpatatu, y agramaba, trangatu, con el fin de que las hebras de los tallos se aflojaran y ablandaran. Los vecinos se reunían al anochecer para agramar el lino. Cuando terminaban su cometido celebraban una cena, sorgin-afaria o linafaria, que consistía en castañas asadas y un cuenco de leche. A la cena le seguía la diversión, los bailes, las canciones y la fiesta.

El proceso continuaba con el tascado, suhasketa. El tascador además de macerar y reblandecer el lino, lo suavizaba; esta operación, liho-apainketa, debía realizarse al menos tres veces para obtener buenos resultados. Posteriormente se llevaba a cabo el cardado, orrazketa, para lo que se empleaba la txarrantxa, que no era mas que una tabla de madera larga con clavos de unos diez o doce centímetros de largo incrustados en ella, es decir, una especie de peine tosco. Cuanto más se cardaba, más fina resultaba la hebra. Se distinguían tres calidades de fibra: amukoa o kirrua era la más fina, adecuada para confeccionar sábanas y camisas de hombre; muiloa, de calidad intermedia; y, finalmente, mukerra o burutxa, la más basta.

Tras el cardado el lino estaba listo para hilarlo, irun o goruetan egin, procedimiento por el cual de la hebra se obtenía el hilado con el que confeccionar sábanas, camisas, paños, etc. Como la conocida canción O Pello, Pello! da a entender, el proceso era muy largo y explicarlo con detalle resultaría tedioso, por lo que nos limitaremos a mencionar los pasos a seguir: hilar, irundu; devanar, astalkatu; blanquear, zuritu; ovillar, harilkatu; tejer, irazkitu; cortar, pikatu y coser, josi. Estas eran las ocupaciones principales de las madres y abuelas de antaño durante las noches de invierno.