El 22 de julio se celebra la festividad de la Magdalena, fiesta teñida de azul y con claro sabor a mar. Es un gran día en Bermeo, Elantxobe y Mundaka, pero los bermeanos lo celebran con especial intensidad.
Los orígenes de esta fiesta vienen de antiguo. Tanto los bermeanos como los mundaqueses reivindicaban la propiedad de la isla de Izaro y no conseguían llegar a un acuerdo. Finalmente, en el siglo XVII, para resolver el enfrentamiento, decidieron jugársela en una regata de traineras, siendo los de Elantxobe testigos de la contienda. Bermeo resultó ganador y desde entonces proclama su dominio sobre la isla.
Hoy en día, dejando atrás broncas y disputas pasadas, las tres localidades disfrutan hermanadas de un gran día de fiesta.
Desde primera hora de la mañana, en el puerto es evidente que se trata de un día especial: el ir y venir de la gente, los preparativos de la embarcación y del almuerzo… ¡Todo listo para la hora de salir a la mar!
La celebración comienza por la mañana temprano. La corporación se reúne en los soportales del ayuntamiento. Como manda la tradición, todos vestidos de mahón y con pañuelo de cuadros al cuello. Después de escuchar el Alkate-soinua, parten junto con los txistularis y la gente del pueblo hacia la iglesia de Santa Eufemia, cruzando el casco viejo, al son del Zortziko de la Magdalena. Les acompañan los alcaldes de Elantxobe y Mundaka entre otras autoridades. El estandarte lo porta el concejal más joven de la corporación.
Finalizada la misa, y en compañía de otras embarcaciones, se dirigen en procesión a la isla de Izaro. En el puerto la gente los despide con pañuelos y clamores. Una vez plantadas en la isla la bandera de Bermeo y la ikurriña, llega el momento álgido: «Hasta aquí llegan las goteras de Bermeo», declara la alcaldesa de Bermeo lanzando una teja al agua para reivindicar la propiedad de la isla. En ese mismo instante suenan las bocinas de los barcos.
Después las embarcaciones ponen rumbo hacia Elantxobe. Allí les espera el alcalde, que hace entrega del bastón de mando a la alcaldesa de Bermeo. Luego todos juntos se dirigen a la plaza Elizabarri en compañía de los txistularis. Por la tarde, después de comer, van a Mundaka y, después de repetir el ritual de los bastones, vuelven a Bermeo. La llegada al puerto suele ser uno de los momentos más emotivos del día ya que todo el pueblo les espera. Desde allí van todos juntos al ayuntamiento. Tras el Aurresku sigue la romería, que durará mientras el cuerpo aguante.