Tras la fiesta de la Candelaria, llega el 3 de febrero, día de San Blas. Este día se dispensaban bendiciones singulares (e incluso en la actualidad se siguen dispensando en muchos lugares).

La tradición consiste en lo siguiente: la gente compra unos cordones especiales, trencillas muy finas y de distintos colores, en los mercadillos que durante estos días rodean a las iglesias. Junto con los cordones, es costumbre llevar también a la iglesia pequeños alimentos para que sean bendecidos, bien frutos, panecillos, etc.

Una vez los cordones de San Blas y los alimentos reciben la bendición del sacerdote, estos son dotados de un poder especial que los convierte en el mejor remedio para las dolencias y enfermedades de la garganta. Uno jamás puede desprenderse de este material protector y sanador de cualquier manera. Obligatoriamente debe hacerlo lanzándolo al fuego.

También este día (y en general a lo largo de las celebraciones que tienen lugar durante todos los días de este ciclo, desde el día de la Candelaria hasta el fin de los carnavales) es tradición en muchas casas hacer tostadas, con pan o con masa de harina y leche. A menudo se hace mención a las tostadas en los cantos de estos días.