En nuestra cultura, desde antiguo, la tradición distingue la Nochebuena, y su cena, del resto de periodos y las considera un tiempo muy especial.
Tradicionalmente en la mayoría de pueblos del sur de Euskal Herria, se ha preparado una cena especial el día de Nochebuena. En el norte, sin embargo, debido a problemas de carácter histórico y sociológico, este día transcurre con bastante normalidad. En aquellos lugares en los que sí se preparaba una cena más elaborada, al menos en la antigüedad, se respetaba la vigilia que la Iglesia disponía. Así, era muy raro encontrar carne en el menú de la cena de ese día. El menú más generalizado contenía habitualmente: de primero, berza cocida aliñada con refrito (cardos, en Navarra), más recientemente coliflor, y quizás algún caldo especial (zurruputuna). De segundo, besugo o bacalao. Y de postre: compotas (normalmente maceradas en vino), salsa de nueces o una papilla de harina y leche (ahia). A menudo también acompañaban la mesa los frutos de la época: castañas, nueces, avellanas, etc.
En lugar del pescado, o incluso junto con éste, ha sido frecuente en algunas casas la costumbre de comer caracoles (la ingesta de éstos no suponía quebrantar la vigilia). En cualquier caso, recientemente ha incrementado la variedad de carnes en la mesa, así como la de todo tipo de acompañamientos y postres.
En el sur de Euskal Herria, el resto de celebraciones navideñas (la comida del día Natividad, la cena de Nochevieja, la comida de Año Nuevo, la comida de Reyes…) también son todavía festejadas con bebidas y comidas extraordinarias.
Además de la comida, hay que mencionar otras tradiciones, que aún se conservan, propias de esta noche. De entre ellas destacamos la denominada Ogi salutadore. Únicamente preservada en ciertas comarcas de Bizkaia, consiste en lo siguiente: en la cena de Nochebuena, el señor de la casa, o quien presida la mesa, coge el pan, lo bendice, lo besa y con un cuchillo corta un trozo de uno de los extremos. Se guarda el trozo de pan bajo el mantel, y tras haber cenado, en una caja, guardada a su vez en un armario o en otro lugar preciso. Parece ser que este trozo de pan nunca se enmohece y posee una fuerza especial: protege de los rayos, ahuyenta las tormentas, sana la rabia a los perros, etc. Este pequeño trozo de pan debe ser renovado todos los años.
Otra práctica o costumbre también muy generalizada en nuestras casas era el encendido del leño de Navidad. Se preparaba expresamente para esta noche un gran madero. En algunos sitios era recogido del bosque en otoño y acarreado por bueyes hasta casa. Se le pegaba fuego en Nochebuena. Las cenizas que quedaban después de su combustión, tenían un valor mágico, y eran utilizadas para sanar a los miembros de casa como a sus animales. Este madero es denominado en euskera de muchas maneras: Olentzero-enborra, Onontzaro-enborra, Gabon-subila, Gabon-mukurra, Suklaro-egurra…