CONCLUSIÓN

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amaiera72De entre todas las actividades y celebraciones tradicionales que tienen lugar durante el solsticio de invierno, destacan aquellas que se constituyen en torno a la Navidad.

Como hemos podido comprobar en páginas precedentes, estas canciones siempre han gozado de una gran fuerza vital, que aún hoy en día la siguen teniendo entre nosotros. Los hechos más relevantes son las canciones de cuestación y las rondas de jóvenes y niños. Estas actividades están difundidas en todo Euskal Herria y su presencia es constante los días cercanos a la noche de Navidad, el día Año Nuevo o en los festejos del Día de Reyes.

Merecen especial mención otros tantos ritos, antiguos, que, desmarcándose de los comportamientos dispuestos por el calendario eclesiástico, se han seguido practicando, en los barrios y familias, en la intimidad de los hogares, hasta nuestros días. En ellos, el agua, el fuego y otros elementos de la naturaleza revelan su poder revitalizador; o así lo hacían, al menos, en otros tiempos.

Por otro lado, en el centro y occidente de Europa, nos hemos aferrado a la tradición del canto de melodías provenientes del mundo eclesiástico. El último eslabón de esta tradición son los recitales que hoy en día protagonizan en nuestros pueblos los coros y orfeones.

Sin embargo no es aquí donde concluye en su totalidad el ciclo de invierno. A continuación, y a partir del calendario anual, variable, aparecen los actos relativos a los carnavales.

Existen muchas semejanzas respecto de la carnavalización en nuestro entorno cultural. En este contexto deberían ser enmarcadas las actividades preservadas de las manifestaciones tradicionales de este tiempo; estas manifestaciones comienzan aproximadamente en febrero y su cometido es festejar la primavera. Pero este tema lo trataremos con mayor detenimiento y precisión en otra entrega de esta nuestra colección Urte-sasoiak.